Como comentamos en la anterior entrada os informamos del Fallo del IX Concurso de Microrelatos
organizado por la A.C.O. este Verano cultural 2023.
FALLO DEL IX CONCURSO DE
MICRORRELATOS HOMENAJE A AZORÍN Y JULIO VERNE
Reunido en Olombrada el jurado que ha de valorar y
calificar los relatos presentados, tras deliberación y una vez estudiados los 9
relatos presentados, 1 de la categoría A y los 8 restantes de la categoría B,
el jurado llega a la
siguiente conclusión de premiados por las diferentes categorías.
Categoría
A
· Premio
otorgado por su participación, a Martín de la Fuente de Miguel, con el
microrrelato que empieza con la frase de Julio Verne: “Con la apuesta no gané nada si no es una linda mujer que me hizo el más
feliz…”
Categoría
B
· Primer
premio para Inés Acebes Arranz por el microrrelato
que empieza con la frase de Azorín: “La vejez es la pérdida de la curiosidad…”
· Segundo premio para Ana María Pilar Cuéllar, por el
microrrelato cuya frase inicial es: “Con la
apuesta no gané nada si no es una linda mujer que me hizo el más feliz…”de Julio Verne.
El fallo del jurado se dio a conocer en un acto en La
Panera de Olombrada, el día 25 de
agosto, a las 21:30 horas.
CATEGORIA A- RELATO DE MARTÍN DE LA FUENTE
Con la
apuesta no gané nada si no es una linda mujer que me hizo el más feliz… ¡Martín
deja de leer! – dijo mi madre. Me sobresalté. No me he presentado. Soy Martín.
Me gusta mucho: el cole, la videoconsola, las mates, las ciencias, dibujar
(sobre todo monstruos), la tele. Pero lo que más me gusta son los gorilas
occidentales, Harry Potter, Mortadelo y Filemón, los canelones y leer. ¡Ah! y
Pokemon.
Estaba yo
jugando a “Destructiverer”, un videojuego, y al ganar me desmayé. Desperté en
un sitio muy extraño. Se parecía a… ¡Destructiverer! ¡Me había metido en la
consola!
Caminé un
rato buscando un portal místico o algo así y…, apareció Robodón (un malo, que
te puedes imaginar como quieras). Se lanzó sobre mí, pero yo había ganado a
unos cuantos robodones así que le derroté fácil. Luego fui por ahí y vencí a
casi todos excepto… ¡Destru! Es el jefe final, y también te lo puedes imaginar
como quieras. Luché y al final le gané. Después, me desmayé y volví a casa.
-
Hay
de comer canelones, Martín – dijo mi madre.
No hay mejor
comida después de vencer a Destru.
FIN
CATEGORIA B
1ºPREMIO- INÉS ACEBES
EL RECUERDO DE LO QUE FUERON
-La vejez es la pérdida de la curiosidad, Don Matías.-
El hijo del doctor debería respetarme más; sus palabras de hoy han sido muy
desafortunadas. Su padre me conoce desde que estábamos en la escuela. Recuerdo
perfectamente cómo cazábamos ranas en el humedal. Competíamos por descubrir
antes que el otro, si se trataba de una rana o de un sapo.
Subíamos a la torre de la iglesia, siempre que podíamos robar las llaves al
sacristán y conocíamos las campanas palmo a palmo, aunque no
nos atreviéramos a tocarlas, salvo en contadas y sonadas
ocasiones.
Apostados detrás de los arbustos, esperábamos horas y horas la
aparición de la cigüeña blanca, ya para febrero, y del vencejo común en
época estival.
En las noches de verano, nos tumbábamos sobre la parva de mi padre a mirar las
estrellas y a inventar figuras, a las que poníamos nombres.
Doctor - le había replicado esta mañana- ¿No le parecerá eso poca curiosidad?.
-Eso se llama inteligencia cristalizada, Don Matías, pero no curiosidad. Tiene
usted suerte Matías, mi padre ya no conserva nada, ni tan siquiera el recuerdo
de lo que fueron.-
2º
PREMIO_ ANA MARÍA PILAR CUELLAR
Con la apuesta no gané nada si no es una linda mujer que me hizo el más
feliz.
Pero cada hecho tiene sus consecuencias, y elegir defenderla, me
llevó a aquel duelo. Aunque ella no valoraba el honor, yo no estaba dispuesto a
dejar pasar tan ruín ofensa.
Pasamos la noche previa abrazados, sin pensar en nada más.
Al alba, sin embargo, no podía dejar de escuchar cómo el tic tac del reloj
me acercaba a mi destino.
Ya en el descampado, miré a una anciana que se acercaba, sin recordar dónde
había visto antes ese rostro.
Permaneció a nuestro lado durante los preparativos del lance, mirando
extrañada a cada uno de los protagonistas allí presentes: a mí, a mi
contrincante y a mi amada, que sollozaba pálida y ausente. Los ojos de la
desconocida saltaban de uno a otro continuamente y se balanceaba inquieta.
Cuando aferramos las pistolas, sacó de su bolsillo un reloj. Contrariada,
lo contempló ávidamente y le dió unos tenues golpecitos.
- No funciona - murmuró.
Y girándose justo antes de los disparos, no pudo ver cómo salvamos la vida
aquella mañana.
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