miércoles, 16 de septiembre de 2020

REFLEXIONES EN ESTOS MESES DE CONFINAMIENTO

 Esta semana santa , este verano, la ACO siguiendo los consejos de la Junta de Castilla y León no hemos realizado ninguna actividad presencial , pero como sabéis la revista Zaraguja sigue editándose , si bien no se pudo dar en mano o cartear la correspondiente a Semana Santa decidimos desde Junta Directiva reunir la nº 39 y la nº 40 correspondiente a verano, y distribuirla a nuestros socios. Suponemos que ya todos las tenéis en vuestras manos y las habréis ojeado.

La próxima revista, la nº 41, sera el Décimo aniversario de Zaraguja , para ello estamos haciendo una edición especial y lo celebraremos con un regalo para nuestros socios .

Esperemos no estar tanto tiempo sin actualizar esta pagina y os dejamos con una reflexión que nuestro presidente  escribió para la revista nº 39 , que a su vez fue la edición especial sobre el Covid-19.


COVID-19: Busca el lado bueno de vivir, incluso de esta pandemia.

 

          
Hoy es …cualquier día de…marzo, de 2020. Se oye, se lee y se comenta…, los papeles y la tele se hacen eco de algo que no nos gusta y que produce miedo e inseguridad. Alguno más lanzado se atreve a ponerle mote, es un “virus”, y a bautizarlo, un “corona virus”, y los más entendidos un SARS-CoV-2. Total, una enfermedad que se contagia y viene de China, Wuhan,… y no sé cuántas cosas más. Pasan los días y nos vemos confinados de manera intemporal en nuestras casas, con visos de media eternidad,…en un continuado “estado de alarma”, a la orden de ¡Quédate en casa!. Bien para el que la tiene, el que no…, desgraciadamente ya está en ella. Empiezo por situarme en la circunstancia. La veo de lejos, de oídas y noto su proximidad porque otras circunstancias me la acercan y ahora sí soy yo en ella, que diría Ortega, sin poder evadirme. Los medios no nos auguran lo bueno y día a día nos sentimos impelidos al abismo sanitario y económico. Como cielo aborregado de negros nimbos, la vida nos va achicando el ánimo en su negritud y nos vamos contaminando de negatividad. No se oyen palabras ni gestos que bajen la tensión y yo me rebelo, aun entendiéndolo, porque sé que nuestro sistema inmunológico se debilita con tanta negatividad, antes al contrario el ser positivos acucia a la mente y se refuerza. Es una ley de la naturaleza y en nosotros, de la mente. 


Incluso en las pandemias, con prudencia y efectividad, se le debe buscar el lado bueno de la vida esforzándonos por
extraer la parte positiva de todo. Pese a que el Covid-19 haya traído desgracias de todo tipo, las más sensibles personales, a diferentes países del mundo, entre los que se incluye España, no se puede negar que también ha aportado algunas cosas que no pensábamos que volveríamos a ver. Nada favorece estar viviendo con miedo y que de esta situación difícil no pueda sacarse un poco bueno. Somos conscientes del momento tan complicado que estamos pasando, pero también tenemos que contagiarnos de positividad ante tanto mensaje negativo. El conflicto interior constante, si se torna ansiedad, es pernicioso para la actitud, que nos impide tener sana empatía con el desacuerdo y tomar precauciones para no vivir con el temor a recaer. Pongamos el foco ante el vaso medio lleno, aunque tenga la misma agua.

Está claro que, nuestra vida cotidiana se ha desmoronado y
ha cambiado nuestros hábitos de la noche a la mañana, para ti, para mí, tus familiares y seres queridos, para tu vecino/a, para las empresas, para los gobiernos, etc. Esta situación en la que nos encontramos ha sido una “salida obligatoria de nuestra área de confort”, sin más. Hemos recibido un empujón, no esperado, y con él la mejor enseñanza. Nuestro variado y potente mundo movido por tantas competencias y “super egos”, se ha debilitado por un minúsculo virus y ha dado al traste con ello para lograr un mundial “modus vivendi” unitario. ¡Quién lo diría!... El cantazo ha sido gordo, y el cambio de paradigma de manera de pensar hará que nuestros hábitos de pensamiento ante la realidad…cambien. Está claro que algo no estamos haciendo bien, ni tampoco estábamos prevenidos ante tal sorpresa.

Ahora que el mundo se ha detenido,
es tiempo de ver las cosas de otro modo y no hubiera sido posible si no hubiera aparecido el Covid19. Al principio nos hemos encontrado en una “zona de pánico” y en unos meses, de una “zona de confort” en la que vivíamos a gusto, este Covid-19 nos ha forzado a colocarnos a todo el ser humano, consecuencia positiva, en una “zona de aprendizaje”, sin más dilación, por parte de la naturaleza. Pero como todo, tiene su doble cara y quiero poner mi atención en algunos aspectos que se han generado y me han ayudado a hacer más llevadero el proceso.

Todos merecíamos este
descanso que, aunque forzoso, nos ha ayudado a estar solos con uno mismo, a permanecer en familia y volver a disfrutarla en tiempo e intensidad, a dar prioridad a las cosas que realmente importan y son necesarias, como las urgencias por un simple dolor de cabeza y otras cosas. Hemos experienciado la conciliación de la vida familiar y laboral y nuestros niños el valor de la tele discencia a la vez que fomentar hábitos de higiene, así como reforzado nuestro sistema inmune con una alimentación más variada y sana. Urgentes necesidades han espabilado la imaginación y el sentido creativo práctico. Hemos pasado de la fase social, casi norma de pensar en uno mismo, a la conciencia social del sentimiento de ayuda al prójimo como parte de un colectivo que nos pide solidaridad. Para ello, merced a las redes sociales, se acrecentaron las relaciones interpersonales aunque con falsa y fría ilusión de cercanía, pero demostrando que el ser humano es bueno y empático.

Hemos vivido una situación
excepcional a la que teníamos que sacar partido disfrutando del tiempo de ocio y del descanso, valorando todo lo que tenemos y ser más conscientes de lo insignificantes que somos y lo poderosos, si nos unimos para un bien común, solventando la lacra social de las diferencias. Nuestro planeta también ha gozado de ese descanso favoreciendo la capa de ozono y mejorando la calidad del aire que respiramos. Esto viene a explicarnos, quizá, que la humanidad estamos en deuda con el universo y sus leyes. La puesta en valor del sistema público de salud también ha sido un efecto colateral de esta situación inédita. Se ha evidenciado que sin recursos a la investigación no hay cura deseada aunque, por otra parte, la mejor garantía para la economía es la salud. Nuestro sistema sanitario ha puesto en escena una deficiente obra, aunque con actores de primera, y esperamos que pueda fortalecerse y mejorar.

A pesar de todo esto, también
somos conscientes de la gran incertidumbre que nos genera, por no saber, de las tremendas consecuencias económicas que se derivan, de los miedos más primarios como el de la buena salud y la supervivencia y sobre todo de más consecuencias negativas que está pandemia puede traer y que aún no sabemos…Pero, dadas las circunstancias, intentemos guardar la calma y ver las cosas desde un prisma más positivo, dejando de buscar culpables, y pensemos en lo que podemos aprender. Ahora más que nunca tenemos que entrenar nuestro pensamiento positivo y pensar con responsabilidad, esperanza, realismo, y no desde el miedo, encontrando los CON…,…frente a los SIN fiestas, piscina, parque… Cuando todo esto acabe, porque lo vamos a superar, el Covid-19 nos demostrará los grandes beneficios de salir de esta zona y aunque no favorezca al sistema, sí beneficiará al “ser humano” tanto de manera individual y local, como mundial.

Hacía mucho tiempo que diferentes voces de profesionales autorizados y personas del pueblo llano, venían diciendo y expresando que era necesario el
cambio de paradigma a una nueva forma de pensar y actuar. Esto me ha dado pie para compartir contigo estos pensamientos que surgen en mi mente y que espero te puedan ayudar a tener otra visión, a priori perjudicial, de esta situación y encontrar el lado bueno de vivir, aun con estos inconvenientes de distancia, mascarilla e higiene. Con ello, un poco de sentido común y responsabilidad, tomaremos precauciones, para no vivir con el temor, posible, de volver a recaer. Para cada uno de nosotros, en esta “nueva normalidad” que es vida continuada, nuestro recuerdo de los contagiados y las víctimas será su inolvidable presencia.





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