lunes, 21 de septiembre de 2015

Relatos ganadores del II Concurso de Microrrelatos de la ACO

De nuevo este año , como habeis podido comprobar en las bases que se pusieron en paginas anteriores, la ACO organizó el II Concurso de microrrelatos, este año en homenaje a Sta. Teresa de Jesús,Emilio LLedó y Juan Goytisolo.
Este fue el fallo del jurado:

EL jurado compuesto por Enrique Fernández Acebes, Begoña López Fernández y David Hernández Sevillano, reunidos el jueves 20 de agosto de 2015, tras la  valoración  y calificación de  los 26 trabajos  presentados, llegó al siguiente veredicto por cada una de las  frases propuestas:

BEATRIZ GÓMEZ GÓMEZ, con la frase de Sta. Teresa de Jesús, “Aunque las mujeres no somos buenas para el consejo a veces acertamos… …”  
  LEIRE GARCÍA ARRANZ con la frase de Emilio Lledó, “Apenas queda hoy resquicio para ver el mundo… …”  y 
JUAN MIGUEL ARRANZ ARRANZ con la frase de Juan Goytisolo,  “Cuando llegaron, la temporada declinaba… …” 

El fallo se dio a conocer en el acto de Homenaje a los mayores de 90 años en La Panera, los trabajos de Leire  y Juan fueron leídos por ellos mismos en ese momento, como podéis apreciar en las fotos.
Estos son los microrrelatos ganadores:

Relato de Beatriz Gómez Gómez
Aunque las mujeres no somos buenas para el consejo, a veces acertamos... ...Yo le quería y ahora él me pedía ayuda para conquistarla a ella. Todo lo que le sugería le parecía bien y a diario lo llevaba a la práctica.  Conseguí hacerme con la amistad de ella, para jugar a dos bandas (o eso pensaba yo) Hasta que los encontré en el rincón, agarrados de la mano: ví la carambola perfecta y disparé.

Relato de Leire García Arranz
Apenas queda hoy resquicio para ver el mundo si este no ha sido oportunamente inmortalizado con  el obturador de la cámara de un teléfono móvil. Ahora bien, todo habrá sido en vano si esos inolvidables momentos no son convenientemente  compartidos en la red para dárselos a conocer a quien  le interese (y a quien no también, ojo). Olvídate, entonces, si tu aparato no tiene una pantalla lo suficientemente grande para poder ver las imágenes a un tamaño ideal. Las posibilidades se reducen al pasar el fin de semana en un pueblo aleatorio sin cobertura, por no hablar del peligro que corres al subirte en las piedras levantando el brazo para encontrarla. Suena a paradoja, pero es imposible desconectar sin estar conectado. Lo sé por experiencia: Hace tiempo,  decidí pasar unos días en el campo, por el tema ese de “desconectar”. Excursiones, fauna y flora salvajes, fotos de fauna y floras salvajes, selfies con fauna y flora salvajes; todo, por supuesto, con sus consiguientes subidas ocasionales a las redes cuando la cobertura lo permitía…La cosa fue de maravilla, hasta que tuve que volverme a casa al recordar que no podría cargar mi smartphone  en los troncos de los arboles.

Relato de Juan Miguel Arranz Arranz
Cuando llegaron, la temporada declinaba. Apenas permanecían veraneantes en el pueblo,

semidesierto, como lo dejara él la última vez que anduvo por allí, hacía  demasiado.
Arribaron al camposanto. Domingo y  padre bajaron del coche, dentro de una urna éste. Silentes, llegaron frente al nicho asignado, vacío.
Domingo procedió a depositar la vasija que contenía los restos. Odiaba estar allí, pasar ese trámite y hacerlo solo: Mercè no quiso venir, aunque él lo prefería, dado el melodramatismo de su mujer, y en cuanto a los chicos, para Raúl resultaba imposible volver desde Noruega, y Eulàlia viajaba por la costa con sus amigas, o al menos eso había dicho, pero él sospechaba que estaba con algún novio secreto.
Aún así, hacía ya tiempo que se habían desentendido del abuelo, quien pasó sus últimos años encerrado en un geriátrico, sin más atenciones familiares que las puntuales visitas del hijo.

Padre, romántico, deseaba que sus cenizas fuesen esparcidas por una tierra, para ayudar a germinar nueva vida. Contrariamente, Domingo, burocráticamente pragmático, nunca había entendido esas quimeras, pero finalmente desterró su pragmatismo y cumplió la voluntad de padre, diseminando sus restos por un precoz sembrado, auxiliado por el viento. Entonces advirtió: no estaba solo.

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