FALLO DEL
CONCURSO DE MICRORRELATOS HOMENAJE A ANTONIO
MACHADO, JUAN RAMÓN JIMÉNEZ, GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ Y ANA MARÍA MATUTE.
Reunido en
Olombrada el jurado que ha de valorar y calificar los relatos presentados, el
viernes 16 de agosto de 2014, a las 18 horas en la Panera, tras unos momentos
de deliberación y una vez estudiados los 20 relatos presentados, todos de la
misma categoría, el jurado, compuesto por Jesús Delgado Gozalo, que lo preside;
Begoña López Fernández y Candy Cano de
la Torre, como vocales ambas, llegan a la siguiente conclusión de premiados por
cada frase:
Con
“Anoche cuando dormía ” BEATRIZ
GÓMEZ GÓMEZ
Con “Platero es pequeño ” JESÚS
MANUEL GARCÍA AGUADO
Con
“Muchos años después” CARLOS LAGUNA RUIZ
Con
“Cuando llegó al pueblo” MARÍA HUERTAS RUIZ
GARCÍA
El fallo del jurado se dio a conocer
en un acto en la Panera de Olombrada, el mismo día 16 de agosto, a las 21
horas.
A continuación podeis conocer los microrrelatos ganadores:
"Anoche cuando dormía..." de Beatriz Gómez Gómez
Anoche cuando dormía... noté como me agarraban el pie derecho y poco a poco
tiraban de mí hacia fuera. Tuve miedo. Ese tipo de miedo que te paraliza y te
impide abrir los ojos. Luego sólo sentí el corazón, sus latidos golpeándome por
dentro y la boca seca, hasta que poco a poco volví a notar mi pie libre. No fui
capaz de encender la luz de la mesilla, ni de salir de entre las sábanas para
comprobar que no había nadie. Desconozco cuánto tiempo permanecí despierta, ni
a qué hora conseguí volver a dormirme.
Acaba de sonar el teléfono, y vuelvo a asustarme, pero ya ha
amanecido. Corro a su llamada. La nerviosa voz de mi hermana me dice que mi
padre ha muerto y que me esperan allí. No me encuentro bien y vomito mis miedos
en el baño. Luego,mientras me ducho observo mi pie derecho hinchado y arañado.
Intento no pensar en ello, pero me siento culpable.
“Platero es pequeño... ” de Jesús Manuel García Aguado
Platero es pequeño ... y
por él, seguiría siendo pequeño siempre. Está contento de su vida con este amo. Nunca le
faltan pastos para comer ni paja en la que refocilgarse. La mujer del amo
aún lo mima más, y no quiere verlo fatigarse.
Sus paseos por la orilla del mar al atardecer eran lo mejor del día. Jugaba con niños y mayores a cualquier tontería. Pero, con el tiempo, algunas personas de mal corazón, comentaban a sus espaldas el caso de ese animal mantenido a cuerpo de rey ¡y sin tener que trabajar como un burro!. Estos cotilleos llegaron a las finas orejas de nuestro amigo, y ¡cuánto le hubiese gustado contestarles|; porque Platero hablar, no hablaba, pero rebuznaba tan bien que los amigos le entendían. Y les comentó su plan: en la tele buscaban animales para un anuncio y él iba a presentarse. Él no era vago ni miedoso: poco le importaba lo que tuviera que hacer para demostrarlo.
Y no fueron de risa las lágrimas de sus paisanos cuando lo vieron enseñando una gran "M" roja tatuada en su lomo depilado, a la vez que un subtítulo acompañaba su triste rebuzno: "soy el primer burro hamburguesado del mundo".
Sus paseos por la orilla del mar al atardecer eran lo mejor del día. Jugaba con niños y mayores a cualquier tontería. Pero, con el tiempo, algunas personas de mal corazón, comentaban a sus espaldas el caso de ese animal mantenido a cuerpo de rey ¡y sin tener que trabajar como un burro!. Estos cotilleos llegaron a las finas orejas de nuestro amigo, y ¡cuánto le hubiese gustado contestarles|; porque Platero hablar, no hablaba, pero rebuznaba tan bien que los amigos le entendían. Y les comentó su plan: en la tele buscaban animales para un anuncio y él iba a presentarse. Él no era vago ni miedoso: poco le importaba lo que tuviera que hacer para demostrarlo.
Y no fueron de risa las lágrimas de sus paisanos cuando lo vieron enseñando una gran "M" roja tatuada en su lomo depilado, a la vez que un subtítulo acompañaba su triste rebuzno: "soy el primer burro hamburguesado del mundo".
“Muchos años después...” de Carlos Laguna Ruiz
UN
INTRUSO DEL PASADO
Muchos años después de mi última vida en un barrio
residencial de Alcobendas, disfrutaba de una nueva en un pueblo de la costa de
Girona, libre de mis vivencias pasadas.
En ese momento caminaba plácidamente por el paseo
marítimo, hacía una temperatura excelente y el sol se estaba poniendo. Me senté
en un banco y me dediqué a contemplar a la gente que pasaba, la mayoría
familias con hijos; en apariencia satisfechos tras haber complacido las
expectativas de la sociedad, aun habiendo renunciado a sus sueños.
Entonces reparo en
un hombre que me resulta familiar, se encuentra en la playa junto a dos niños
que le observan embelesados, no para de hacer aspavientos y muecas graciosas; no
puedo evitar esbozar una sonrisa. Sin embargo súbitamente le reconozco, ya sé
quién es, es un “intruso del pasado”, en seguida me asaltan imágenes
entrañables en su compañía. Me invade un profundo desasosiego, no puedo
permitir que me vea. Pero justo cuando me levanto para irme me ve y se le ilumina
el rostro. Eufórico grita mi nombre y se dirige hacia mí, yo salgo corriendo
sin mirar atrás. No permitiré que altere mi nueva vida, el ya no pertenece a mi
mundo.
“Cuando llegó al pueblo...” de María Huertas Ruiz García
Cuando llegó al pueblo sintió más intensamente el sabor
de la soledad, pero no quiso sucumbir a la tentación de echarse atrás. Se alojó
en la única pensión que había. Enseguida, cayó en un sueño pesado e inquietante del que
le despertaron las primeras luces del alba. Sin demora, se puso a buscar la casa de aquel por quien había
ido hasta allí. Le costó dar con ella, pues estaba algo apartada. Bajó del
coche y llamó a la puerta con decisión. Le abrió un aciano enjuto, aunque
erguido, que con mano temblorosa le invitó a pasar.
No se moleste, recibí su carta. Sabía que tarde o
temprano vendría a verme. Espero que no haya tenido problemas con los lugareños. Son algo huraños. Siéntese, por favor.
Él permaneció en
silencio.
Verá, ya me queda
poco tiempo y quiero serle franco. Su padre era un hombre honesto y valiente. Le
tenía estima. Por circunstancias tuvimos que trasladarnos inesperadamente.
Durante el trayecto intentó escaparse y… yo… le disparé. ¿Sentido del deber?,
¿miedo a que alguien me delatara? Durante muchos años he pensado en ello.
Le llevaré al lugar donde le enterramos, no
está lejos de aquí..
Esperamos poder contar con muchos más participantes para el año que viene, enhorabuena a los ganadores y gracias a todos por vuestra participación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario