martes, 19 de marzo de 2013

Anonimario de David Hernandez Sevillano


Para todos aquellos que quieran el último libro premiado de David, Anonimario, comentaros que ya ha sido editado por Hiperión Ediciones.
Como comentamos en la revista Zaraguja  nº 10:
David Hernández Sevillano nació en Segovia en 1977, es licenciado en Educación Física, está casado, tiene un hijo, Uriel  y vive desde 2005 en Vegafría, donde regenta un establecimiento rural , “El Lagar de Vegafria”. Ademas ha colaborado y es socio de la Asociación Cultural Olombrada al igual que su mujer, Noelia,
Ha editado cinco libros de poesía , siendo todos ellos premiados:
2007- Uno y uno no es dos frente al espejo obtuvo el II Premio José María de Los Santos
2008- Suma de azares,  XXIV Premio Villa de Benasque.
2009 - Razones de más, ganó el Premio Nacional de Poesía Miguel Hernández para menores de 35 años                                                                            
 2010 -El peso que nos une. ganó el XXV Premio de Poesía Hiperión
2012 –Anonimario ha obtenido  el Premio Jaén de Poesía.
Aquí os dejamos uno de los poemas de este último libro.

PUEBLO CASTELLANO

La torre de la iglesia como el mástil


erguido de un velero
despuntaba en un mar de sementeras.
A su abrigaño el pueblo sesteaba.
Enfermaron de frío las palabras
y los sueños. Sólo de alguna débil,
escasa chimenea ascendía
un reguero de humo perezoso
como un recuerdo lento.

Ella reconoció

el roce de febrero en los pulmones.
Llegó de abotonar
los surcos de un pasado fronterizo.
Con sus pasos azules
zigzagueó las calles polvorientas,
se sentó junto al tronco de la olma
y acarició la tierra con sus manos.

No sé qué pasa con el sol de invierno

que abre zanjas de risa en el vacío
y le pone corchetes al silencio.

Un viento suplicante, igual que una

torpe interrogación, serpenteaba,

¿qué quedará de ti cuando hayan vuelto

a sus escaramuzas los vencejos?

Silva el agua lejana de la acequia.

En su lecho de musgo el pueblo duerme.
Ella lo ve y sonríe,
como en todas las cosas de la vida
a fuerza de pasar el tiempo tuvo
una vaga intuición:
que el mundo no terminará en nosotros.

Ella cerró los labios

para que el sueño todo le cupiera.

David Hernández Sevillano



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